La directora de ‘En el ojo de la tormenta’ trae al concurso de MiradasDoc la lucha por la paz de un padre israelí y otro palestino, tras el asesinato de sus hijas.
“Si no creyera que la paz es posible entre israelíes y palestinos, no habría hecho esta película”. Esa esperanza de que el diálogo no es una quimera es lo que llevó a la directora británico-israelí, Shelley Hermon, a realizar En el ojo de la tormenta (68´ / 2012 / Israel), una documental con el que aspira al premio de mejor largometraje de séptima edición de MiradasDoc.
Hermon explicó al público del auditorio de Guía de Isora que la mayor dificultad para realizar esta película fue lograr ganarse la confianza de los dos protagonistas. El palestino Bassam y el israelí Rami son dos padres que, tras ver que sus hijas morían asesinadas por la violencia entre los dos pueblos que habitan Israel, se convierten en militantes del movimiento Combatientes por la Paz. “Emocionalmente fue muy difícil lograr la confianza de ambos para filmar su historia, pero poco a poco fueron aceptando el proyecto de este documental, con el que, tanto ellos como yo, queremos dejar claro que el diálogo es el único camino para la paz”, afirmó.
En el ojo de la tormenta, Bassam lucha por conseguir ese diálogo al mismo tiempo que intenta que sean juzgados los soldados que dispararon una pelota de goma que mató a su hija. Rami, por su parte, intenta convencer a los israelíes de que los suicidas que mataron a su hija son también víctimas. Los dos hombres topan con el rechazo de los suyos, pero no cejan en su propósito. Intentan explicar su postura cada vez que pueden y comparten un programa de radio con el que aspiran a llegar a más habitantes de una tierra llena de odio.
La relación, sin embargo, es muy compleja. Lo que para los israelíes es el día de la independencia, que se remonta al 14 de mayo de 1948, cuando vuelve a nacer como nación el estado reclamado por los hebreos, para los palestino es el nakba (catástrofe), el día del éxodo y el destierro al que se ven obligados por la creación de Israel. Según Hermon, pese a todos estos dos hombres mantienen su nexo y siguen trabajando por la paz, aunque Bassam perdió el juicio contra los asesinos de su hija por falta de pruebas, y el hijo de Rami se enroló en el ejército a pesar de su oposición.
Respecto al peso de la religión en el conflicto, la directora sostuvo que se trata de una cuestión compleja. Para esta ella, que hace gala de una formación intercultural, “el problema entre palestinos e israelíes va más allá de las diferencias religiosas, y ya hay muchas organizaciones que trabajan para buscar el lugar común”. Bassam y Rami, ambos practicantes de sus respectivas religiones, aseguran que el odio se asentando entre los dos pueblos después de décadas de injusticas y reacciones violentas. “No podemos permitir que se siga asesinando a niños, tenemos que ceder de uno y otro lado para lograr la paz”, así lo repiten una y otra vez a lo largo de la película.